Erich Fromm (1900, Alemania-1980, Suiza) fue un destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judío alemán.
Fue uno de los principales renovadores de la teoría y práctica psicoanalítica a mediados del siglo XX.
Autor de numerosas obras entre las que destacan: Del tener al ser, El arte de amar, El miedo a la libertad,…
EL AMOR Y LA ADMIRACIÓN
Nada une más (sin limitar la individualidad) que compartir la admiración o el amor a una persona; compartir una idea, una pieza de música, una pintura, un símbolo, un rito o aun las penas. La experiencia de compartir forma y mantiene viva la relación entre dos individuos vitales; es la base de todos los grandes movimientos religiosos, políticos y filosóficos. Desde luego, esto sólo es verdadero mientras (y en el grado en que) los individuos genuinamente amen o admiren.
LA PUBLICIDAD
Los métodos hipnóticos usados en la publicidad comercial y en la propaganda política son un grave peligro para la salud mental, específicamente para el pensamiento crítico y claro y para la independencia emocional. Sin duda por medio de estudios se mostrará que el daño causado por el vicio de las drogas es menor que el producido por nuestros métodos de lavado de cerebro, donde la sugestión subliminal hasta los recursos semihipnóticos, como la repetición constante o la distracción del pensamiento racional mediante el atractivo de la lujuria («Yo soy Linda, vuela conmigo»). Es embrutecedor el bombardeo con los métodos puramente sugestionadores en la publicidad, y principalmente en los anuncios comerciales de la televisión. Este ataque a la razón y al sentido de la realidad se padece en todas partes y a todas horas: durante muchas horas de ver televisión, o cuando se conduce el auto en la carretera, o en la propaganda política de los candidatos, etcétera. El efecto particular de estos métodos sugestionadores es crear un estado de semisomnolencia, de creer y no creer, de perder el sentido de la realidad.
¿TENER O SER?
Sólo en el grado en que abandonemos el modo de tener, que es el de no ser (o sea, que dejemos de buscar la seguridad y la identidad aferrándonos a lo que tenemos, «echándonos» sobre ello, aferrándonos a nuestro ego y a nuestras posesiones) puede surgir el modo de ser. Para «ser» se requiere renunciar al egocentrismo y al egoísmo, o en las palabras que a menudo usan los místicos: debemos «vaciarnos» y volvemos «pobres». Pero la mayoría encuentra demasiado difícil renunciar a la orientación de tener; todo intento de hacerlo les produce una inmensa angustia, y sienten que renunciar a toda seguridad es como si los arrojaran al océano y no supieran nadar. No saben que cuando renuncian al apoyo de las propiedades pueden empezar a usar sus fuerzas y caminar por sí mismos. Lo que los detiene es el engaño de que no pueden caminar por sí mismos; creen que se arruinarán si no se apoyan en las cosas que tienen. Son como el niño que, después de haberse caído por primera vez, teme que nunca logrará caminar; pero la naturaleza y la ayuda humana intervienen para impedir que los humanos se vuelvan inválidos. Los que creen que se arruinarán si no usan el apoyo de tener, también necesitan la ayuda humana.
EL HOMBRE NUEVO
La función de la sociedad nueva es alentar el surgimiento de un Hombre nuevo, ser cuya estructura de carácter tendrá las siguientes cualidades:
* Disposición a renunciar a todas las formas de tener, para poder ser plenamente.
* Sentir seguridad, tener un sentimiento de identidad y confianza basados en la fe en lo que uno es, en la necesidad de relacionarse, interesarse, amar, solidarizarse con el mundo que nos rodea, en vez de basarse en el deseo de tener, poseer, dominar al mundo, y así volverse esclavo de sus posesiones.
* Aceptar el hecho de que nadie ni nada exterior al individuo le da significado a su vida, sino que esta
independencia radical y la no cosidad pueden llegar a ser la condición de la actividad plena dedicada a compartir e interesarse por sus semejantes.
* Estar plenamente presente donde uno se encuentra.
* Sentir la alegría que causa dar y compartir, y no acumular y explotar.
* Amar y respetar la vida en todas sus manifestaciones, sabiendo que no es sagrada la cosa ni el poder, ni lo que está muerto, sino la vida y todo lo que contribuye a su desarrollo.
* Tratar de reducir en la mayor medida posible la codicia, el odio y los engaños.
* Vivir sin adorar ídolos y sin engaños, porque se ha alcanzado una situación en que no se requieren engaños.
* Desarrollar la capacidad de amar, y el pensamiento crítico, no sentimental
* Desprenderse del narcisismo y aceptar las trágicas limitaciones inherentes a la existencia humana.
* Hacer del pleno desarrollo de sí mismo y del prójimo la meta suprema de vivir.
* Saber que para alcanzar esta meta, es necesaria la disciplina y respetarla realidad.
* Saber que ningún desarrollo es sano si no ocurre en una estructura, pero conocer también la diferencia entre la estructura como atributo de la vida, y el «orden» como atributo de no vivir, de la muerte.
* Desarrollar la imaginación, no para escapar de las circunstancias intolerables, sino para anticipar las posibilidades reales, como medio para suprimir las circunstancias intolerables.
* No engañar, pero tampoco dejarnos engañar por los otros; se puede admitir ser llamado inocente, pero no ingenuo.
* Conocerse, y no sólo el yo que uno conoce, sino también el yo que no conoce, aunque tenga un conocimiento vago de lo que no conoce.
* Percibir la unión con la vida, y por consiguiente renunciar a la meta de conquistar a la naturaleza, someterla, explotarla, violarla, destruirla, y en vez de esto tratar de comprender y cooperar con la naturaleza.
* Gozar de una libertad no arbitraria, sino que ofrezca la posibilidad de ser uno mismo, y no un atado de ambiciones, sino una estructura delicadamente equilibrada que en todo momento se enfrenta a la alternativa de desarrollarse o decaer, vivir o morir.
* Saber que el mal y la destrucción son consecuencias necesarias de no desarrollarse.
* Saber que sólo muy pocos han alcanzado la perfección en todas esas cualidades, y sin la ambición de «alcanzar la meta», reconociendo que esta ambición sólo es otra forma de codiciar, de tener.
* Ser feliz en el proceso de vivir cada día más, sin importar el avance que el destino nos permita realizar, porque vivir tan plenamente como se puede resulta tan satisfactorio que es difícil preocuparse por lo que uno logra o no.