Dar el primer paso significa decir ¡Basta!. ¡Basta a una vida limitada! ¡Basta a una vida llena de oportunidades perdidas! ¡Basta a sucumbir al poder que ejerce el miedo en nuestras vidas! ¡Basta a renunciar a una vida plena! ¡Basta a continuar llenando nuestras maletas de asuntos pendientes!
Dar el primer paso representa romper muros, romper las cadenas de aquello que nos constriñe y empequeñece. Significa coger las riendas de nuestra vida y asumirnos protagonistas de nuestra propia obra.
Dar el primer paso significa reunir suficiente valor para convertirnos en creadores de nuestro destino, aunque sintamos vértigo ante las innumerables puertas que se abren delante de nuestros ojos. Porque la vida es eso, vértigo, y ser creador también es eso, ser libre, y la libertad es, inevitablemente, vértigo.
Dar el primer paso es darnos la oportunidad de conectar con el poder y la fuerza que mora dentro de nosotros mismos, ese poder y esa fuerza que nos permiten superarnos, crecer, enfrentar las dificultades y desplegar toda nuestra esencia y todo nuestro potencial.
La vida no ofrece garantías. Dar un primer paso no nos garantiza el éxito, no nos garantiza llegar adonde nos habíamos propuesto, no nos garantiza cumplir íntegramente nuestras expectativas. Dar ese primer paso es la recompensa, estar dispuestos a vivir y a arriesgarnos para mejorar nuestra vida es la recompensa, enfrentarnos a nuestros fantasmas y a nuestras limitaciones es la recompensa, el aprendizaje vital y el autoconocimiento es la recompensa.
No se requiere mucho valor para dar un pequeño paso. Sin embargo, ese coraje acumulado en cada pequeño paso es el motor que nos impulsa, llegado el momento, a dar los grandes pasos que marcan la diferencia en nuestra vida, esos pasos que representan un antes y un después, la posibilidad de un nuevo renacer personal.
Demos ese primer paso, lleguemos donde lleguemos, porque lo verdaderamente importante no es la meta, sino el camino de crecimiento que emprendemos rumbo a esa meta.
Recuerda: Nuestro camino empieza con un primer paso, cada paso es el primero de los restantes.
Napoleón Hill y William Clement Stone, autores de La actitud mental positiva comentan la siguiente anécdota en el libro:
“Lo importante tras haberse fijado un objetivo es entrar en acción. La señora de Charles Philipia, una abuela de sesenta y tres años, adoptó la decisión de trasladarse a pie desde la ciudad de Nueva York hasta Miami en Florida. Llegó a Miami y allí fue entrevistada por los periodistas. Éstos querían saber si la idea de aquel largo viaje a pie no la había asustado. ¿Cómo había tenido el valor de efectuar semejante viaje valiéndose de sus piernas como único medio de transporte? «No hace falta mucho valor para dar un paso – contestó la señora Philipia -. Y, en realidad, eso fue lo único que hice. Di un paso. Y después di otro. Y otro, y otro, y aquí estoy.”