El optimismo es ante todo un posicionamiento, una actitud, una forma de ser en el mundo que acierta a observar la realidad desde una perspectiva positiva y constructiva.

Vivimos en un mundo altamente complejo. Se da la circunstancia paradójica de que si bien, al menos en las sociedades occidentales, gozamos de una de las cotas más elevadas de bienestar material alcanzadas por la humanidad, proliferan cada día más, en tales sociedades, sentimientos de pesimismo, de depresión, de malestar existencial y de aburrimiento que se manifiestan en un incremento de la violencia, del estrés, de la ansiedad, de los trastornos psicológicos y las enfermedades psicosomáticas.

Tener una actitud mental positiva no implica negar la realidad, no significa en absoluto dejar de ver la realidad del dolor y del sufrimiento. Más bien todo lo contrario. Es mirar la realidad de frente, reconocer que existe, aunque no nos guste, un lado amargo de la vida, pero que ese lado amargo tan sólo representa una cara de la moneda. Significa ante todo aceptar la vida en su globalidad y reconocer que cada experiencia vital, cada atisbo de realidad, sea como sea, encierra una posibilidad ilimitada de crecimiento.

La propia dinámica de la existencia nos empuja a vivir situaciones dolorosas o incómodas que escapan a nuestro control. Situaciones que nos obligan constantemente a salir de nuestro confort personal para poner a prueba nuestras creencias y nuestras convicciones más profundas, para examinar nuestro modo de vida de manera más crítica, para analizarnos a nosotros mismos a fin de establecer nuevos órdenes de prioridades y llevar una vida más rica, más equilibrada y más coherente con lo que somos y sentimos.

Si bien, gran parte de las dificultades y vicisitudes que se nos presentan a lo largo de la vida no dependen directamente de nosotros, sí nos pertenecen directamente las actitudes con que afrontamos nuestra realidad personal día a día. Nosotros somos, ante todo, dueños de nuestras actitudes.

¿Es fácil mantener una actitud positiva y constructiva ante las experiencias más dolorosas de la vida? Por supuesto que no. Requiere por nuestra parte una gran dosis de voluntad, de esfuerzo y de trabajo personal. ¿Es imposible? Por supuesto que tampoco.

Una persona optimista es aquella que es capaz de ver en cada experiencia vital una oportunidad, una puerta abierta, una ocasión para extraer lo mejor de sí misma y de la vida. Una actitud positiva y constructiva es la clave para superar con éxito cualquier dificultad que se nos presente. Nos dota de una confianza extraordinaria en nuestras capacidades y nuestras aptitudes y nos ayuda a extraer el máximo aprendizaje que acompaña cada vivencia, cada experiencia. Ejercitar el músculo optimista día a día nos ayuda a despertar nuestro poder para mejorarnos, transformarnos y disfrutar cotidianamente de la vida y contribuye además a mejorar y transformar nuestro entorno y nuestro pequeño mundo cotidiano. Una actitud optimista y vital ayuda, en definitiva, a mejorar nuestra calidad de vida y nuestro bienestar, tanto físico como emocional.

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